6 de junio de 2025
El 5 de junio de 2025, el Papa León XIV se reunió con la Comisión Pontificia para la Protección de Menores del Vaticano, marcando su primer encuentro con el cuerpo asesor desde su inauguración papal. Esta reunión se produce en medio de un escrutinio intensificado sobre el manejo de la Iglesia de los casos de abuso sexual por parte del clero y las crecientes demandas de los sobrevivientes por una política estricta de tolerancia cero.
La comisión, compuesta por expertos religiosos y laicos, incluidos sobrevivientes de abuso, describió la audiencia de una hora como un "momento significativo de reflexión, diálogo y renovación del compromiso inquebrantable de la iglesia con la protección de los niños y las personas vulnerables." Las discusiones se centraron en iniciativas globales de la Iglesia destinadas a prevenir el abuso y brindar apoyo a las víctimas, particularmente en comunidades desfavorecidas. Notablemente, el Vaticano no publicó el texto de las declaraciones del Papa León ni proporcionó audio de la reunión.
Establecida por el Papa Francisco, la comisión ha enfrentado desafíos en la implementación de reformas, como el tribunal propuesto para juzgar a los obispos cómplices en casos de abuso, que no se materializó. El Cardenal Sean O'Malley, quien sigue siendo presidente de la comisión a pesar de retirarse como Arzobispo de Boston, lideró la delegación. La reunión también destacó casos no resueltos, incluido el del exjesuita Rev. Marko Rupnik, acusado por múltiples mujeres de abuso durante décadas. Los sobrevivientes y los grupos de defensa continúan instando al Papa León XIV a hacer cumplir medidas de responsabilidad y asegurar la remoción permanente del ministerio de clérigos acusados de manera creíble.
Esta reunión subraya los desafíos continuos que enfrenta la Iglesia Católica en la atención del abuso sexual por parte del clero y la necesidad crítica de una acción decisiva para restaurar la confianza y garantizar la seguridad de sus miembros. A medida que la Iglesia lidia con estos problemas, surge una pregunta apremiante: ¿Cómo puede equilibrar el imperativo de justicia y responsabilidad con el cuidado pastoral y la reconciliación necesarios para sanar una comunidad herida?